Autora: Draiza Medina Alvarez
Un día conocí un alma
esplendida, que se mostraba con coraje ante las vicisitudes de la vida como un
gran superhéroe, benevolente ante las necesidades de otros como el árbol que da
frutos, alegre, aunque su mundo estuviese gris como lo es el canto de las aves
bajo la lluvia, pero cohibida ante la expresión libre de sus emociones como
cuando la fuerza del agua está contenida en una represa; todo ello lo escudriñé
en su mirada, pues se dice que la mirada es la puerta del corazón.
La curiosidad por ahondar en el lenguaje de las miradas se despertó en mí, ya que ésta alma era de poco hablar. Aprendí que las miradas nos delatan cuando estamos tristes, enfadados, enamorados, preocupados o cansados. Empecé a valorar el alimento que recibía mi mirada, pues si bien, Proverbios 15:13 reza “El corazón alegre hermosea el rostro”, entendí que todo lo que dejamos entrar a nuestro corazón es reflejado a través de nuestra mirada y es por ello que debemos desechar todo lo malo y atesorar todo lo bueno, cosechando así miradas más puras e inspiradoras, miradas como la de aquella alma esplendida que me motivó a redactar el microrrelato que les comparto a continuación:
En el transcurso del tiempo nuestras miradas volvieron a cruzarse - hubo intriga y silencio - y sorprendentemente aquella alma habló, expresando "Tu mirada me transmite paz y tranquilidad a mi corazón” y de esta forma aquella alma de mí se despidió. Hoy resumo mi vivencia con la enseñanza que me quedó y es que por muy gélida que haya sido la coraza, su mirada se descongeló, pude ver lo sublime y tierno que había en su corazón y sentir la expresión auténtica de la paz que lo cautivó. Sólo me queda una interrogante y es ¿Si aquello que me dijo fue amor o sólo fue una ilusión?
¡Con cariño… Dray en letras!
Hola, estupendo microrelato.
ResponderBorrarNos leemos ❤️
✒️ Namartaielsllibres
Muchas gracias... siii, genial, nos leemos!!!
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