Autora: Draiza Medina Alvarez
La noche terminó con una mezcla de sabores y gran claridad en sus emociones. Anastasia anhelaba un delicioso chocolate para calmar su ansiedad y contener sus sentimientos. Por su parte, Alfred contemplaba su rico café que lo mantenía siempre erguido. Pero la magia de aquel encuentro se hizo presente cuando a la mesa llevaron una taza de chocolate, con apariencia de café y una taza de café con aroma de chocolate. Ambos, se miraron a los ojos y ella se arrebató con su espíritu de niña curiosa, que, sin necesidad de decir una palabra, le expresó a su acompañante sus ganas profundas de querer probar el rico café achocolatado. Alfred hizo una pequeña degustación de la bebida y de inmediato, supo que sería el deleite para Anastasia, por lo que le cedió su taza de café. La mujer a su vez también le otorgó su taza de chocolate a él.
Fue esa mezcla de sabores, de lo
anhelado con lo degustado, que aclaró las emociones de los bisoños soñadores.
Ella sonrió y él se contagió de su alegría. Así ella comprendió que había
triunfado el amor, porque se ama cuando se perdona, se ama cuando se comprende,
pero sobretodo, se ama cuando se libera el alma. Sólo ellos dos entendieron la
profundidad y claridad de aquel instante y de esa forma, decidieron escribir
con una nueva pluma otra página más de su futuro. Entonces... Fue así como esa
mezcla de sabores aclaró sus emociones ...
¡Con cariño... Dray en Letras!